La ultraderecha francesa, la COP27 en Egipto y el Mundial de Qatar

Vivimos tiempos de bravucones impunes, compadritos mediocres, corruptos con títulos electorales que salen impunes, pinochos a la cabeza de imperios, payasos que demuelen sus propios imperios, mentirosos seriales, dictadores que terminan gozando de reconocimiento internacional y clases políticas que ascienden al poder pese a la inmundicia de su pasado ideológico que dejó millones de muertos por el camino. El liberalismo está, más que nunca, contra los ciudadanos del mundo y no hay fuerza colectiva que, por el momento, asome para contrarrestarlo. Tres hechos repugnantes llenan de vergüenza y asombro. El primero ocurre en estos días en Francia. El partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional, ex Frente Nacional fundado por Jean-Marie Le Pen y modernizado de culpas y cargos históricos por su hija, Marine Le Pen, acaba de postularse a ocupar la “presidencia” del Grupo de Estudios sobre el antisemitismo: el colmo del insulto y la ofensa para las comunidades judías de Francia y el mundo. Pretender lavarse la cara a costa del negacionismo de las propias raíces nazis y fascistas del partido es pretender instalarse en la modernidad como si nada hubiese pasado. La extrema derecha ha sido y será irrevocablemente anti semita y racista. Las frases groseras y negacionistas de sus miembros y funcionarios con cargos electos, empezando por Jean-Marie Le Pen, ya ocupan desde hace mucho un lugar aparte en la inacabable colección de inmundicias políticas. Hoy, en plena conquista de la legitimidad y con 89 parlamentarios en la Asamblea Nacional, la ultraderecha empuja para consagrarse como un movimiento semejante a las fuerzas republicanas que lo rodean. No lo es. Ha sabido, con Marine Le Pen, adecentar su retórica, poner bajo llave a las cabezas rapadas y las camperas negras y en su lugar, exponer a jóvenes sonrientes y corbatudos. Por más que quiera, no puede. Hace unos días, durante el discurso del diputado francés Carlos Bilongo sobre el sufrimiento de los migrantes, el diputado de la extrema derecha Grégoire de Fournas le dijo a Bilongo que “regresara a África”. Pero Carlos Bilongo, aunque es negro, es francés y no africano. La historia de la extrema derecha es un lago turbio de nativismo y antisemitismo y negacionismo. Jean-Marie Le Pen consideró hace algunos años que las cámaras de gas con las cuales los nazis eliminaron a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, no eran más que “un detalle”. Renovada, victoriosa, petulante e impune, la formación pretende dirigir una comisión sobre el antisemitismo. Fue, sin embargo, fundada por ex nazis y SS. La sola idea de que puede acceder a ese estatuto, dice mucho más que las palabras del mundo en el cual vivimos.

El segundo hecho está ocurriendo en este momento y es de una universalidad que lo torna aún más abyecto: a alguien se le ocurrió organizar en la sede de una de las dictaduras más feroces de la historia moderna, Egipto, la cumbre sobre el clima, la COP27. La conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático está, además, auspiciada por varios destructores del clima y de la vida que la cumbre pretende combatir: Coca-Cola. La multinacional estadounidense es responsable, entre otros horrores, de ser la empresa que más contamina el planeta con plástico. En la COP6 que se celebró en Glasgow, Escocia, los anunciantes eran Microsoft, Unilever y GSK, mientras que en la COP4 24 que se llevó a cabo en Polonia los anunciantes eran las empresas nacionales de carbón y gas. Sin embargo, la cumbre de Egipto sobrepasa todas las líneas nefastas: la ecología y la reconfiguración del mundo a través de las medidas de protección de la biodiversidad del planeta figuran, desde hace tiempo, como los pilares a través de los cuales se repensarán las democracias. Haber llevado la COP27 al país del proto dictador Abdelfatah El-Sisi es un mensaje sin equivoco alguno para los cientos y cientos de prisioneros políticos que se pudren en las cárceles egipcias. Es, además, muy probable que el prisionero político Alaa Abdel Fattah, en huelga de hambre desde hace más de siete meses, muera durante la gran cumbre climática. La COOP 27 es una síntesis de todo lo peor: Horror represivo en el país organizador, Greenwashing (lavado de cerebro) a todo va de las multinacionales que destruyen la tierra, presencia en la cumbre del clima de 636 lobistas y delegados de las empresas que promueven los combustibles fósiles (lista elaborada por las ONG Corporate Accountability, Corporate Europe Observatory y Global Witness), legitimación por más de cien jefes de Estado y de gobierno de un tirano absoluto que le compra armas Occidente e inacción total frente a la crisis climática, la COP27 es una estafa a la sociedad civil del mundo.

El tercer y último acontecimiento mundial tiene un alcance infinitamente superior a las protecciones blanqueadoras de la identidad de la ultraderecha y el fraude perpetrado en Egipto por las Naciones Unidas. Se trata de la Copa del Mundo de fútbol que empieza en Qatar en un par de semanas: un país donde no se juega al futbol, donde no hay libertad política y que, con la corrupta complicidad del ex presidente francés, Nicolas Sarkozy, y de quien dirigía la UEAF, el ex jugador de futbol francés Michel Platini, consiguió que la FIFA lo designara como sede del mundial de 2022. Se han escrito y filmado y se escribirán y filmarán decenas de libros y documentales sobre esta obra maestra del liberalismo más actual que consiste en hacer de la emoción humana un gran negocio. El futbol ha sido confiscado por las instancias deportivas y políticas ultraliberales. El mundial de Qatar es la obra más acabada y delirante de este sistema que no conoce límites. El emirato gasífero compró los votos necesarios para su designación durante un almuerzo que se celebró en el Palacio presidencial francés tres semanas antes de que la FIFA eligiera a Qatar, el 23 de noviembre de 2010. En el almuerzo estaban Nicolas Sarkozy, Michel Platini y el príncipe heredero y futuro emir de Qatar, Tamim ben Hamad al-Thani. A Sarkozy y la FIFA no les importó que Qatar fuera el reino de todos los abusos, de los escándalos, de la destrucción del medio ambiente, de la corrupción, la persecución de los homosexuales y el esclavismo: se lo dieron igual. ¿A cambio de qué? Numerosas investigaciones periodísticas publicadas o difundidas en las últimas semanas (France Télévisions, Mediapart, Radio France) prueban que Sarkozy lo hizo a cambio de que Qatar comprara el equipo de futbol de su amigo Sébastien Bazin, el PSG, y también que adquiera lo que en ese entonces eran los invendibles aviones de guerra Rafale. Según documentos internos en manos de la justicia, la venta de estos aviones de combate figuraba en el menú del almuerzo presidencial. Cinco años más tarde, con otro presidente, el socialista François Hollande, Qatar adquirió los aviones de combate. Amistades, deportes, diplomacia y negocios se combinaron perfectamente bien para llegar a este capítulo imborrable del padecimiento liberal aplicado al deporte. Detenido e interrogado, Platini le dijo a la policía: “fue un almuerzo en el cual no estaba cómodo como presidente de la UEFA. Había cierta confusión con, especialmente, problemas éticos”. Platini votó a favor de Qatar. El Mundial 2022 es un despropósito climático, social, político y deportivo pactado a través del corredor del tráfico de influencias y los intereses políticos-industriales y financieros. 6.500 migrantes murieron en Qatar durante la construcción de los estadios. Como en el mundial que se celebró en la Argentina en 1978, cientos de personas jugarán al futbol sobre un terreno lleno de cadáveres y sobre la tumba de enormes ilusiones puras que el liberalismo fermentó con la estrechez de sus valores. Pisotear la memoria, colonizar y destruir la causa climática y sobornar a las dirigencias políticas y deportivas para construir con las pasiones humanas una imagen distinta, son tres episodios de una misma farsa: testimonios abruptos de la ferocidad moderna.  [email protected]

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