Italia: con la pandemia más niños y adolescentes viven en la pobreza | Según una investigación, en el país hay casi 1.400.000 menores en situación de vulnerabilidad

Desde Roma

Por el contrario de lo que mucha gente tal vez pensaba, Italia no es un país donde todos los niños y los adolescentes viven maravillosamente. Según una investigación de la organización humanitaria internacional Save the Children, presentada esta semana en Roma, en Italia hay casi 1.400.000 niños que viven en pobreza absoluta (es decir sus familias no tienen dinero suficiente como para cubrir las necesidades básicas). Y esto significa el 14,2% de todos los menores. Todo esto claramente ha sido agravado por los más de dos años de pandemia donde muchos padres y madres perdieron el trabajo.

Fundada en Inglaterra en 1919 por la joven inglesa Eglantyne Jebb para ayudar a los niños de refugiados y desplazados de Europa después de la Primera Guerra Mundial, Save the Children presentó la XIII edición de su “Atlante de la infancia en riesgo en Italia 2022”, titulado “Come stai?” (¿Como estás?), que reúne análisis y estadísticas basadas, entre otros, en datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas de Italia (Istat) y de Unicef (Agencia de Naciones Unidas para la Infancia). El informe fue presentado además en ocasión de celebrarse, el 20 de noviembre, el Día Mundial de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia. Fue precisamente el 20 de noviembre de 1989 que la asamblea de Naciones Unidas firmó la primera Convención mundial sobre ese tema.

“Las desigualdades y la pobreza inciden en la salud de los niños en Italia”, dijo el informe. Si un niño nace en Caltanisetta (pequeña comunidad de Sicilia) por ejemplo, tiene 3,7 años menos de esperanza de vida que un niño nacido en Florencia (ciudad rica de Toscana, Italia central). Según datos oficiales además, antes de la pandemia la tasa de mortalidad infantil en el primer año de vida era de 1,45 fallecimientos cada 1.000 nacidos vivos en Toscana, pero era más del doble (3,34) en Sicilia y el triple (4.42) en Calabria (sur de Italia).

Pero los expertos de Save the Children y el presidente del Instituto Superior de Sanidad de Italia, Silvio Brussaferro que participó también de la rueda de prensa, aclararon que no es sólo el sistema sanitario o sus deficiencias lo que influencia en la salud de los niños sino también otros factores ligados al territorio y calidad del ambiente donde se vive, las condiciones económicas, el nivel de instrucción, los servicios con los que se cuenta. Según Save the Children es necesario asegurar a todos los niños y adolescentes una red de servicios de prevención y de cura a la altura de las necesidades, superando las graves desigualdades territoriales que todavía hoy existen en Italia entre norte, centro y sur.

La salud de los niños y adolescentes debería estar entre las principales preocupaciones de todos los partidos y movimientos políticos, según Save the Children, tanto desde el punto de vista del control del ambiente urbano como de los comedores escolares que deberían ser gratis para todos los niños de todo el país. Y los espacios para el deporte que son muy necesarios, en particular para los adolescentes cuya salud mental se ha visto particularmente agravada durante la pandemia. En la difícil situación económica que atraviesa Italia cumplir estos objetivos “es todavía más urgente ya que se han verificado casi 1,4 millones de niños en pobreza absoluta. Para muchos de ellos la pobreza material y educativa se traduce también en pobreza de salud por lo cual hay que hacer de todo para romper con este círculo vicioso orientando los recursos disponibles hacia las regiones que tienen más necesidad”, declaró por su parte Claudio Tesauro, presidente de Save the Children Italia.

La asistencia sanitaria

Italia es uno de los países más ancianos de Europa. En 2021, el índice de ancianidad indicaba que en todo el país había 187 ancianos (mayores de 65 años) cada 100 jóvenes (0-14 años). Y durante la pandemia, muchos de los fondos del estado debieron ser dedicados a los ancianos más que a los niños, porque eran los que más se contagiaban y, si tenían patologías previas, se complicaba su situación y necesitaban estar en terapia intensiva por un cierto tiempo, con todos los gastos que eso supone.

De todas maneras, durante el decenio previo al 2019 el gobierno dedicó menos recursos a la asistencia sanitaria que, vale la pena subrayar, en Italia no es completamente gratis excepto para las familias y personas en dificultad. En 2019, el estado italiano dedicó el 6,4% del PIB (Producto Bruto Interno) a la salud, muchos menos que Alemania (9.8%) y Francia (9,3%).

Hay que agregar a esto algo muy importante: sólo el 12% de los fondos públicos dedicados a la salud se usaron para la prevención, cosa fundamental cuando se trata de cuidar la salud de los niños. Por ejemplo, las vacunaciones en los primeros meses de vida sufrieron una notable disminución en el bienio 2020-2021. Y encima, en todo el país faltan hasta hoy unos 1.400 pediatras para cubrir las necesidades de la población infantil, según Save The Children.

Los adolescentes

Una parte importante del informe fue dedicado a los adolescentes y pre-adolescentes porque durante la pandemia, al estar encerrados en casa y no tener contactos humanos, sufrieron más problemas mentales que antes. Según Unicef, un joven (entre 10 y 19 años) de cada siete en el mundo tiene problemas de salud mental. Y el suicidio está en el quinto lugar en el mundo (entre 15 y 19 años) como causa de muerte. En Europa en cambio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de esa edad. Por año se suicidan en el mundo 46.000 jóvenes, es decir uno cada 11 minutos, sostiene el estudio de Unicef.

En una investigación realizada por la Sociedad de Pediatría Italiana en 9 regiones del país, se comprobó que las internaciones por patologías neuropsiquiátricas infantiles aumentaron en casi un 40% entre 2019 y 2021. Algunos pasaron por intentos de suicidio, por depresión, o por disturbios en la conducta alimentaria, entre otros problemas.

Es necesario subrayar además que numerosos niños y adolescentes, en ciertas regiones sobre todo del norte de Italia que están más industrializadas, padecen cada vez más de asma, un problema debido al nivel de contaminación ambiental existente donde residen, que es superior a los límites indicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y esto no sólo desencadena el asma (sobre todo en chicos de 6-7 años) sino incide también sobre el desarrollo cognitivo de ellos, según Save the Children.

Para concluir, muchos niños y adolescentes han dejado en estos años de hacer deportes y gimnasia y aumentaron de peso, algunos llegando a ser obesos, con todos los problemas de salud que esto significa. Por eso el comedor escolar, con una equilibrada alimentación, insiste Save the Children, es un servicio esencial para todos ellos.

Que podría hacer el gobierno

El gobierno de derecha presidido por Giorgia Meloni, no ha tomado ninguna medida aún sobre este tema. Aunque de hecho el PNRR (Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia) organizado por la Unión Europea para asistir a sus países miembros en la post pandemia y que supone varios miles de millones de euros para cada país, en Italia destinará al parecer unos 15.000 millones a la salud .

Por ahora el gobierno se ha dedicado sobre todo a eliminar varias prohibiciones y obligaciones que existían hasta hace poco, como por ejemplo la obligación de vacunación anti covid que tenía el personal sanitario. Ahora esa medida no existe más. También suprimió la obligación del uso de las mascarillas en los hospitales, pero cuando algunas regiones tomaron medidas contrarias, el gobierno hizo marcha atrás. El uso de mascarillas es obligatorio en los hospitales hasta el 31 de diciembre.

El PNRR podría significar el relanzamiento “de los servicios sociales y educativos. El relanzamiento de los consultorios médicos y de los servicios de salud para menores”, declaró la directora del programa Italia-Europa de Save the Children, Raffaela Milano. Se trata de hacer “inversiones en estructuras pero también en recursos humanos” (…) “Superar estas desigualdades en la salud de los niños es una inversión a largo plazo pero muy preciosa porque sabemos que si se cambia el principio de la historia (que son ellos) se puede cambiar toda la historia”, concluyó.

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