‘Ande yo caliente, y ríase la gente’

Telam SE

Ande yo caliente, y ríase la gente

El tronco es Luis de Góngora, siglos XVI y XVII, pero vayámonos por las ramas: Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, además de cultivar una gran amistad, se unieron literariamente para crear un personaje –Honorio Bustos Domecq-, autor ficticio con el que firmaron varios relatos detectivescos a lo largo de medio siglo, mientras cada uno seguía escribiendo sus títulos por su lado. Y en los ratos libres se iban a tomar “el café de los malditos”…

¿Por qué? ¡Porque les gustaba darle con “el hacha” a todo el mundo, empezando por los colegas, entre los cuales el español Luis de Góngora era una de sus presas predilectas! Se burlaban de su estilo ampuloso, sus gongorismos, leerlo es como hacer gárgaras de letras, decían…

La cuestión es que ni Borges ni Bioy escribieron una línea con destino de refrán, y Góngora sí. Esta de hoy: “Ándeme yo caliente, y ríase la gente”, había escrito el sevillano… La letra en sí del dicho significa que por muy fea que sea la ropa que llevemos cuando hace mucho frío, si uno está a gusto y calentito, da igual lo que piensen los demás…

Obviamente, el refrán no se refiere solamente a la ropa. Aquella letrilla de Góngora ridiculizaba ideas, situaciones de poder, y la significancia del latiguillo se fue ampliando con los tiempos.

Hoy por hoy, el refrán también expresa que si uno consigue el objetivo que pretende o aquello que necesita, no importa la mirada ajena, y no tiene por qué afectarnos…

Por los mismos patios andaluces de Córdoba donde Góngora escribiera lo suyo hace cuatro siglos, hoy se pasea con su guitarra el sevillano Vicente Amigo… Escucharlo, dejarse llevar por ese flamenco, y ya el cuerpo mismo te lo canta… “Ma sí, ande yo caliente y ríase la gente”…

Vicente Amigo y los Patios de Córdoba

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